Cereal. Agricultura y Paisaje. Mucho más que un amor de primavera-verano

Autor: Rubén Villanueva

Lo nuestro surgió en tiempos remotos. Éramos jóvenes y salvajes. Tú siempre tan neolítica. Yo más explosivo, como aquel Big Bang original. Me dijiste que esperara hasta que hubiera tempero porque a partir de ahí empezaría a brotar lo mejor de cada uno. Agua, tierra y sol y la mano experta de un agricultor hicieron el resto.

La señora Agricultura y el señor Paisaje. Con la ayuda de sus hijos predilectos, los campesinos, lograron domesticar a los cereales . Trigos, cebadas, avenas, ... y un sinfín de variedades que han dado forma a nuestros campos. En España se cultiva una media de 6 millones de hectáreas de cereal. Es el sector con mayor base territorial, distribuida a lo largo de todo el territorio. La mayor parte de la superficie de cereales otoño-invierno se cultiva en secano, mientras que el maíz y el sorgo se cultivan en régimen de regadío. En la actualidad, existen 272.335 explotaciones de cereal que suponen el 28% del total de explotaciones agrarias españolas.

En cada cerealista hay un Antonio López . En cada campaña, un nuevo lienzo. Una mano que toca la tierra y cultiva, de forma metódica, al "tempo" que marca la naturaleza. El otoño y el abono. La siembra y el tempero. La primavera y el realismo mágico de los verdes campos de cereal. Los amaneceres infinitos, los tostados imposibles, el pan nuestro de cada día elevado a experiencia religiosa con el románico palentino de fondo. Un mar de espigas en Tierra de Campos y la Iglesia de San Martín de Tours en Fromista para certificar el milagro.

Y en la época estival, esa eterna luna de miel entre agricultura y paisaje a lo largo y ancho de la España rural. De la campiña cordobesa, a la inabarcable llanura manchega, pasando por los páramos castellanos, el bajo Aragón y las riberas navarras. Miles de hectáreas de cereales, milimétricamente peinadas, que te ayudan a no perder nunca el Norte. La siega y la austeridad del rastrojo como metáfora del sangre, el sudor y las lágrimas de generaciones y generaciones de segadores. Julio, en plena meseta, no dejaba ninguna concesión a un verso de Machado. Quizá no es casualidad que en muchas zonas cerealistas al secano se le llame rabioso.

A día de hoy, el maridaje entre sacrificio, esfuerzo y tecnología es imbatible a pie de campo. Cosechadoras de última generación que hacen una siega 4.0 al tiempo que entrenan algoritmos para optimizar la toma de decisiones de la siguiente campaña . Tradición e innovación se dan el mano en esos jóvenes agricultores/as, que abrazan la digitalización para producir más con menos y dejarte siempre un buen sabor de boca. Los "toma pan y moja" se deben en gran medida a los cerealistas de ambas castillas. Castilla y León y Castilla La Mancha producen 7 de cada 10 kilos de trigo blando que se cultivan en nuestro país, materia prima básica para la elaboración de harina blanca (base de panes, tortas, pasteles, etc..). La cerveza fresquita con vistas al mar también la podemos disfrutar gracias a ellos. En ambas mesetas se produce el 60% de la cebada española. Qué menos que echarte un poquito a la "larga del camino" y dejarlos pasar cuando haces turismo de interior. El "encanto" de esas escapaditas de fin de semana llevan su firma... y laboreo.

Además, con el cultivo de cereales se favorece el mantenimiento de la biodiversidad y la avifauna. La mayor de las aves esteparias, la avutarda, conserva en España más de la mitad de su población mundial. Ocupa zonas con mosaicos de cultivos extensivos de cereal de secano, con barbechos y leguminosas. El sisón, el alcaraván, la perdiz roja, el aguilucho cenizo, la codorniz común, la alondra o la calandría, son otras de las esteparias que encuentran en los campos de cereal españoles el caldo de cultivo ideal para la cría y reproducción.

Sin embargo, la banda del sonora del verano aparece en el momento en el que los cereales han culminado su granear. Los estridentes chillidos de los vencejos marcan la llegada del calor. Quizá, el ave insectívora más reconocible: vuela en grupos de una manera ágil, inquieta, con cientos de quiebros, planeos, cambios de direcciones y cabriolas, al tiempo que emiten una serie de llamativos graznidos fáciles de identificar. Es reseñable la importancia de los pájaros insectívoros a la hora de regular las poblaciones de insectos voladores, en este caso mosquitos, y de evitar la formación de plagas.

Vencejos, verano y el olor a cebada recién segada. Y de fondo, esos bucólicos atardeceres sobre los campos de cereal. Del gris azulado, al amarillo o tonos ocres, pasando por infinitivas tonalidades de naranjas, como si el Director General de los cielos hubiese subcontratado a la escuela italiana renacentista para dibujarlos. Únicos y diferentes, en un guiño diario de la naturaleza a la belleza y la emoción que siempre lleva aparejada la incertidumbre. Lo afirmada Irene Vallejo, autora del aclamado ensayo "El infinito en un junco", en una reciente entrevista; "en un mundo que valora ante todo el triunfo necesitamos gente capaz de dedicar sus vidas a tareas que no tienen garantizado el éxito ni el beneficio". Sin saberlo, estaba hablando de los hombres y mujeres del campo.

¿A qué estás esperando? ¡Es hora de salir al campo!

En España, tenemos 6 millones de hectáreas para disfrutar.

Periodista especializado en comunicación agroalimentaria. Responsable de comunicación de COAG y Jefe Prensa del Foro DATAGRI.

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