El Oídio del melocotonero
Autor: Christophe Bouchet
El oídio, llamado popularmente blanquilla o cenicilla, no es una enfermedad muy compleja, o eso dice la teoría, pero es una amenaza permanente con un potencial de daños bastante importante si las condiciones son favorables a su desarrollo.
Los daños en brotes y hojas pueden afectar seriamente a la capacidad del árbol a producir una fruta de calidad por reducción de la fotosíntesis, y puede también afectar a su capacidad de renovación para el año siguiente. Cabe recordar que el melocotonero, al revés de muchas otras especies de frutales, necesita renovar anualmente la madera portadora de flores para asegurar una fruta de calidad. En consecuencia, la calidad del crecimiento vegetativo del año afecta muy directamente a la calidad de producción del año siguiente.
Los daños en frutos van a tener consecuencias directas sobre la clasificación, el porcentaje de fruta de primera categoría, y en consecuencia tendrán un efecto muy negativo sobre la liquidación final de la cosecha, la rentabilidad del cultivo y los ingresos del agricultor.
La sensibilidad del fruto dura desde la caída del collarín hasta el endurecimiento del hueso. Si la protección es exitosa durante ese periodo, que dura aproximadamente 40 días, es muy difícil que se pueda producir un daño apreciable en la cosecha.
Sin embargo, si aparecen daños en esos 40 días, la protección ha de prolongarse hasta el final del ciclo. La sensibilidad en brotes depende más de las condiciones climáticas, y dura hasta final del verano.
Existen productos muy específicos para la protección contra el oídio, con una eficacia sobre todo preventiva.
El método más tradicional, siendo uno de los antepasados de la protección moderna de los cultivos es el azufre micronizado. Kumulus® DF permite una protección preventiva de excelente nivel, y tiene un poder curativo elevado a dosis alta . Sin embargo, la nectarina es más sensible que el melocotón, y conviene bajar la dosis, especialmente si se acercan temperaturas altas.
Signum® FR permite una protección contra oídio y monilia , además de un efecto secundario contra roya (Transchelia discolor, que puede atacar el fruto sin que aparezcan previamente daños en hojas).
Algunas observaciones prácticas sobre el oídio que van a condicionar el tipo de protección a elegir en tu melocotonero (y/o nectarino).
- Las variedades de nectarina son habitualmente más sensibles que las de melocotón.
- Las variedades de carne blanca también son mucho más sensibles. En verdad, tanto en nectarina como en melocotón.
- El oídio deja de ser activo cuando las temperaturas alcanzan 36°C. La llegada de los días más fuertes del verano suelen marcar una parada completa del oídio.
- Al oído no le gusta la lluvia. Necesita humedad ambiente, pero vegetal seco. La lluvia puede lavar la protección preventiva, pero no favorece el desarrollo de la enfermedad.
- north_east Una planta estresada siempre será más sensible . Por ejemplo, después de un temporal de viento, los árboles suelen ser mucho más sensibles.
- En cultivo de melocotonero bajo plástico, la sensibilidad es mucho más elevada. Hay que endurecer mucho la protección, alternando o combinando las familias de productos y sobre todo los modos de acción.
No olvides, que no es posible realizar tratamientos curativos con presencia de los frutos. Por ejemplo, si se quiere usar azufre, la dosis necesaria puede provocar quemaduras y por consecuencia, daños más importantes que el propio oídio.