La Dra. Casals nos cuenta cuáles son las principales enfermedades de frutales en postcosecha
Hablamos con la Dra. Carla Casals, especialista en enfermedades de postcosecha de IRTA, el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias.
1. ¿Cuáles son las principales enfermedades postcosecha en árboles frutales de hueso y su nivel de importancia?
La principal enfermedad es la podredumbre marrón, seguida de la podredumbre blanda, producidas por los hongos Monilinia y Rhizopus spp respectivamente.
Es importante destacar que existen tres especies de Monilinia que pueden afectar a la fruta de hueso. Hace pocos años solo teníamos M. laxa y M. fructigena, pero poco a poco, M. fructicola se ha introducido en nuestra zona productora pasando de estar presente en focos reducidos a estar mucho más extendida, y, pudiendo asegurar que ha desplazado en muchos casos a M. laxa, mientras que M. fructigena, prácticamente ha desaparecido.
Cabe destacar que la M. fructicola crece mejor a temperaturas altas y, por consiguiente, está más presente en los momentos de cosecha y M. laxa está mejor adaptada a temperaturas bajas, por lo que la encontramos preferentemente durante la floración.
2. Además de este cambio en las especies de Monilinia, ¿en los últimos años, se ha podido constatar algún otro cambio de tendencia en cuanto a enfermedades en aumento? ¿A qué es debido?
En los últimos años se ha constatado que la presencia de frutos afectados por Rhizopus spp ha aumentado. Rhizopus spp es un hongo que viene de campo y que generalmente se encuentra afectando frutos del suelo y, puntualmente, del árbol. Además, durante el período de postcosecha, Rizhopus spp puede crecer a temperaturas bajas y su podredumbre puede exudar líquidos que contienen enzimas que, en contacto con frutos sanos, facilitan la infección al hongo. Sin embargo, no conocemos su epidemiología y en los próximos años se tendrá que hacer un esfuerzo para mejorar el conocimiento de ésta enfermedad como paso previo a definir las estrategias correctas de control.
Uno de los motivos del aumento de la presencia de Rizhopus spp puede ser que actualmente dirigimos muy bien los tratamientos en el campo para el control de Monilinia spp, y no todos los productos fungicidas que se utilizan son efectivos para el control de Rhizopus spp.
3. ¿Cuáles son las principales dificultades para el control de estas enfermedades?
La principal problemática es que la infección y desarrollo de Monilinia spp. depende mayoritariamente de las condiciones climatológicas de la campaña. Si las condiciones climatológicas favorables coinciden con el momento en que la fruta está en un período de riesgo de infección alto, el control de la enfermedad se hace muy difícil. Además, se trata de una enfermedad policíclica en la que se producen nuevas generaciones de conidias continuamente, que continuarán infectando la fruta sana a medida que se van dispersando por el campo. En periodos de humectación altos y temperaturas alrededor de 20-25 ºC, en cinco días pueden cumplir todo un ciclo (infección, desarrollo y reproducción).
Es muy importante realizar de forma muy precisa todas las acciones o prácticas culturales como, por ejemplo, la retirada de frutos afectados por la enfermedad -tanto del árbol como del suelo-, un buen aclareo o una buena aplicación de fitosanitarios.
Uno de los principales problemas de esta enfermedad llega en el momento de cosecha. A menudo, cuando la fruta es cosechada no presenta síntomas; pero si está infectada por el hongo, durante el período de postcosecha fácilmente se darán las condiciones favorables para su desarrollo, como si se corta la cadena de frío durante el transporte. Esto puede implicar devoluciones de partidas enteras.
4. ¿Hay diferencias con el resto de Europa o la problemática es parecida?
En Europa se puede decir que la Monilinia spp. también es la principal enfermedad en campo y en postcosecha de frutal de hueso. Hay partes de Europa en las que incluso condiciona la viabilidad del cultivo, sobre todo en zonas de alta pluviometría durante el período de floración y durante el momento de cosecha.
Si hablamos de especies, quizás en el resto de Europa es más común encontrar M. Laxa, pero cada vez es más difícil no encontrar M. fructícola.
5. ¿Nos podrías aconsejar sobre qué posibles tratamientos se pueden realizar?
En nuestra zona de producción habitualmente no hay problemas hasta 45-30 días antes de cosecha, que es cuando se recomienda aplicar tratamientos fungicidas, siempre de forma paralela a un correcto manejo de la finca. Se recomienda aplicar los tratamientos siguiendo un modelo epidemiológico desarrollado por IRTA que indica el riesgo de infección para optimizar la aplicación de los fungicidas en cuanto al número y momento de los tratamientos. Así podemos reducir de media un 50% el número de aplicaciones en campo. También podemos realizar un tratamiento de postcosecha.
6. ¿Cuáles son los principales problemas en la comercialización?
El problema radica en que el producto es muy perecedero y tiene poca conservación en postcosecha.
Por otro lado, los cambios legislativos, la restricción de materias activas registradas y la limitación del número de materias activas detectables, los LMR y otras imposiciones de los supermercados hacen muy complicado poder diseñar estrategias de control con un argumento científico/técnico.
7. ¿Cuáles son las tendencias del futuro para el control de estas enfermedades?
Claramente se tiende a un control integrado por productos químicos junto con otras estrategias de control que no dejen residuos en la fruta, como es el caso de los agentes de control biológico. Desde el IRTA y en el marco de un proyecto europeo BIOCOMES se ha desarrollado un agente de control biológico compatible con la mayoría de los productos químicos que se aplican en el cultivo. Este microorganismo se podría integrar dentro de una estrategia de control química. Con los dos años que llevamos de su validación, se ha demostrado su efectividad cuando se aplica en campo, con eficacias comparables a un control químico. Remarco otra vez que es muy importante la utilización de modelos de predicción que nos ayuden a optimizar la utilización de las herramientas que tenemos para el control de enfermedades.
Destacar también que en el IRTA se ha desarrollado un abanico muy amplio de estrategias físicas de control de Monilinia spp. en postcosecha, como puede ser la aplicación de agua caliente, radiofrecuencias, microondas, curado, etc., con resultados muy esperanzadores, aunque todavía les falta el escalado para llegar a nivel comercial. En resumen, podemos decir que ya disponemos de herramientas, unas más desarrolladas que otras, pero que en un futuro muy próximo nos van a permitir controlar las enfermedades de forma más eficaz y siendo más respetuosos con el medio ambiente y la salud de los consumidores.